jueves, 30 de abril de 2009

El libro y el mito

“La ilustración es tan racional como irracional:

racional en tanto que percibe la idolatría,
e irracional en tanto
que se vuelve contra su propio objetivo,

que sólo puede hallarse donde no necesita acreditarse
ante
ninguna instancia e incluso ante ninguna intención:

No hay felicidad sin fetiche
Theodor Adorno

La promoción de la lectura es, siempre, la promoción de un mundo mejor; propaganda que intenta develar en la cotidianidad del vulgo un estado basal, inexpresivo desde que se es esclavo, despreciable para el horizonte de la perfección, el conocimiento y la libertad, pero ante todo, mejorable. El sentido del libro, subjetivo e íntimo, se desplaza para radicar en la dimensión del deber ser. El libro como responsabilidad social. El libro como evangelizador. El libro como agente de diferencia.

Paloma Sáiz, titular del Fomento a la Lectura del Gobierno del DF, al inaugurar las celebraciones del Día Mundial del Libro, nos otorga una misión (y visión, parafraseando la planeación de negocios) de este año: es posible enfrentar la crisis y la violencia con la lectura: “pienso en el libro como la posibilidad de que las persona se separen un poco de esta realidad para después regresar a ella con mejores herramientas para enfrentar lo que ocurre...”.

Mientras, en Barcelona se celebra el día de Sant Jordi, catalanización de San Jorge de Capadocia, héroe que genera quizá la más identificable narración mítica que nuestra cultura tiene, y de la cuál sólo requiero dar dos palabras para que devenga la, y las, historia: dragón, doncella. La Rambla se pinta de amarillo con tiras rojas, que son las garras del dragón que sangra. Se acostumbra regalar una rosa, por ser también el día del amor en Catalunya, y un libro, a partir de la casualidad celebratoria mundial. Los juegos literarios se proyectan, así, conjuntando imaginación y deseo: la rosa y el libro.

De este lado, el gobierno del Distrito Federal nos invita a traer de allá, lejos en las palabras, las herramientas, combatir la crisis y los males con una nueva consciencia. Desgraciadamente, y desde la constitución de las instituciones, hablar de la promoción cultural se habla desde un pragmatismo que ha olvidado los sentidos multifacéticos del arte. Del lado barcelonés, se vive el mito, parte integral de la cultura, desde las estructuras discursivas más arraigadas como es el amor y la valentía. El mito habla. El mito no ha muerto.

El libro parece que se ha perdido en el laberinto de las instituciones, en el super-ego social que nos marca responsabilidades. La promoción de la lectura permanece fuera del mito, manteniendo al libro sólo como fetiche convencional de la cultura, y no como vivencia.

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