Cuando era niña vestía colores chillantes, inmensos moños, zapatitos grisaceos por el continuo lijar contra la tierra. Siempre exhibiendo negrísimas costras en las rodillas. Guardo su fotografía, como una costra
que requiero arrancar y
tragar una y otra vez
tragar una y otra vez
tragar una y otra vez
ví a Luis Gondo bajo el reloj de la estación. Nos presentaron hace años en una raquítica comida para escritores
marginales presumo
mi hija había muerto. dedico las mañanas a la contemplación infinita del televisor apagado.
Luis Gondo era el editor de una simpática antología de cuento corto, lleno de parágrafos, laberintos, y memorias violentamente pulverizadas
violentamente pulverizadas
espero con paciencia el café gratuito para largarme, Luis anecdotiza de un boleto que trae consigo siempre
tragar una y otra vez
tragar una y otra vez
tragar una y otra vez
ví a Luis Gondo bajo el reloj de la estación. Nos presentaron hace años en una raquítica comida para escritores
marginales presumo
mi hija había muerto. dedico las mañanas a la contemplación infinita del televisor apagado.
Luis Gondo era el editor de una simpática antología de cuento corto, lleno de parágrafos, laberintos, y memorias violentamente pulverizadas
violentamente pulverizadas
espero con paciencia el café gratuito para largarme, Luis anecdotiza de un boleto que trae consigo siempre
habla del detalle y lo simbólico
Señor Gondo, así le dije pues mis años me han superado y he olvidado ver en los otros la empatía necesaria para una cortesía juvenil,
usted dijo que guarda un boleto de tren, yo guardo una costra.
Señor Gondo, así le dije pues mis años me han superado y he olvidado ver en los otros la empatía necesaria para una cortesía juvenil,
usted dijo que guarda un boleto de tren, yo guardo una costra.
¿por qué confesarme justo con él , por qué dirigíle la palabra siquiera?
la palabra siquiera
él sonrió conmovido,
demasiado conmovido
estuve a punto de soltar mi puño contra sus pómulos flacos, "¡no sabes lo que es guardar una costra!"; pensé
La estación, Luis Gondo, señor Gondo, ¿me recuerda? Él me observó entrecejudo
y sin mayor advertencia, empezé a llorar
La estación, Luis Gondo, señor Gondo, ¿me recuerda? Él me observó entrecejudo
y sin mayor advertencia, empezé a llorar
Una costra, pedazo de carne portátil,
ResponderEliminarnada,
no sé lo que es una costra
acaso una capa de hielo:
costras de sol
toda idea que se endurece por encima
de la superficie blanda, suave, ligera
¿qué es la niebla, pregunta Gondo?
Nada, nadie contesta.
Piensa en la memoria de la niña como una capa dura
Una capa en la que penetra el recuerdo falso del encuentro
con Luis
El tren, el boleto y la costra.
¿Y la nieve?
entonces
-¿Recuerda Sr. Gondo a la niña?